Blog de la materia Historia, destinado a alumnos de segundo año de la Escuela Secundaria.

viernes, 10 de mayo de 2013

Carlomagno y el Irminsul

Irminsul, el árbol que permitió el triunfo de Carlomagno
En la película "Avatar" (James Cameron, 2009), los humanos luchan durante años con los nav´i, una raza alienígena que vive en un planeta llamado Pandora, rico en un mineral que en el futuro será muy valorado en la tierra.
Durante mucho tiempo, y a pesar de su superioridad tecnológica, los humanos no pueden vencer a los nav´i. Es allí cuando se les ocurre algo que cambiaría la historia del conflicto: atacar el Arbol Madre, un árbol gigantesco que no solo sirve de refugio para los nativos, sino también que es el nexo, la unión entre ellos y el mundo espiritual y natural que los rodea. La destrucción de este símbolo sagrado provoca tal impacto entre los nav´i que son temporalmente vencidos.

Más allá que Avatar sea ficción, a lo largo de la historia son innumerables los casos en que diversas culturas establecen relaciones muy estrechas entre la naturaleza y sus elementos. Los pueblos originarios de los cinco continentes han desarrollado una forma de ver el mundo en que los elementos de la naturaleza son claves para entenderlo.
En la Europa de hace mil años atrás, las cosas no eran muy diferentes. Gran parte del continente era una sucesión ininterrumpida de zonas boscosas, interrumpida muy de vez en cuando por claros donde se asentaban pequeños poblados.
Por tal motivo, gran parte de los recursos necesarios por la población europea era obtenida de los bosques. Desde madera hasta animales, pasando por frutos y medicinas naturales, todo se conseguía de esta fuente de recursos. No es extraño que en muchas ocasiones los mismos hayan sido utilizado como refugio por quienes menos tenían (recordar la leyenda de Robin Hood) y que muchos cuentos hoy infantiles se hayan originado en la época medieval, ambientados en bosques.
(hacé clic en el mapa para verlo más grande)

En este mundo donde los árboles eran un recurso muy valorado es donde se desarrolló un nuevo imperio, el de Carlomagno, rey franco que a fines del siglo VIII estableció una fuerte alianza con la Iglesia Católica con fines muy específicos: expandir la fe cristiana y centralizar bajo su autoridad todo el poder político en Europa.
Para lograr este objetivo era claro que Carlomagno debía vencer a todos los pueblos que se le opusieran, y en especial, a aquellos que aún no se habían convertido al catolicismo y seguían adorando a sus dioses. 
Los sajones eran el pueblo a vencer. Ubicados en lo que actualmente es el norte de Alemania, los pueblos que habitaban la región de Sajonia durante décadas se habían opuesto a ser cristianizados, ya que seguramente eran conscientes que ese era el primer paso para perder su libertad.
Grandes guerreros, los sajones difícilmente podían ser vencidos en el campo de batalla. Por tal motivo, Carlomagno decidió debilitarlos. No físicamente, sino espiritualmente: debía destruir el Irminsul.

El Irminsul era un árbol (se cree que posiblemente era un roble, aunque algunos historiadores opinan que solo estaba en pie su tronco) localizado en el centro de Sajonia. Rodeado de templos sagrados, el Irminsul era considerado el centro religioso más importante por los sajones. Representaba para ellos una unión entre la vida en la tierra y la vida en los cielos, donde residían sus dioses. Por tal motivo, funcionaba como "puente" entre este mundo y el otro. Su desaparición implicaba perder esta conexión única.
Consciente de la importancia del Irminsul, Carlomagno decidió destruirlo. Por ello, en la primavera de 772, Carlomagno y su ejército de francos ingresó en territorio sajón y en una rápida incursión militar, destruyó el complejo de templos y su principal símbolo, el Irminsul.
Los sajones, sacudidos por este hecho, se vieron desmoralizados y presentaron una débil resistencia a Carlomagno. Más allá de algunas rebeliones ocasionales, en el lapso de 20 años los sajones fueron conquistados por completo, a fuerza de matanzas y deportaciones masivas.
La conquista de Sajonia fue tan importante para la Europa cristiana que fue uno de los elementos decisivos para que en la navidad del año 800, el papa nombrara a Carlomagno emperador.
Así, por un breve lapso, Europa occidental nuevamente se encontró centralizada, política y religiosamente bajo autoridades específicas: El Emperador y el Papa.




Coronación de Carlomagno como emperador por el Papa León III

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